lunes, 16 de noviembre de 2009

“In ogni cosa ci vuole filosofía”

(En todo se necesita Filosofía)[1]

por
Andrés Felipe Loaiza Colorado
loaizacolorado@gmail.com

“La vida es más poderosa que sus normas, menos rígida, más favorable a que principios distintos compartan un mismo espacio o a que se pueda ser varias cosas al mismo tiempo”.

Como licenciado en filosofía (mas no filósofo) siempre he considerado que hay ciertas áreas de conocimiento que son transversales a las demás, las cuales soportarían o darían solidez desde lo conceptual, a muchas otras. La Filosofía es una de esas áreas soporte de conocimiento y dadora de luces hermenéuticas. Además, es importante tener muy presente – y esa será en parte mi hipótesis a demostrar – que las grandes teorías filosóficas surgen de lo cotidiano, de las vivencias que cada uno experimenta y que unos pocos se preguntan por ellas; y es justamente eso lo que deja ver en sus ensayos y textos Daniel Innerarity, profesor titular de filosofía en la Universidad de Zaragoza, Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra [2], y premiado ensayista que hace de lo cotidiano elementos centrales no sólo de la filosofía sino de la política.

Los grandes filósofos en la historia de la filosofía han construido grandes teorías que para nosotros podrían parecer ladrillos a la hora de acercarnos minuciosamente a estudiarlas. No obstante, todas ellas han surgido de experiencias muy cotidianas y particulares.
Recuerdo con agrado mi época de colegio, menos el grado 10º, sobre todo por un algo particular, nuestro profesor de filosofía – “Nacho”, para no revelar su identidad – durante todo ese año nos hizo aprender TODOS los filósofos y sus biografías… de verdad fue traumático. No niego que sea importante para quienes profundizan en el estudio de la filosofía, pero creo que para unos muchachos de colegio no era absolutamente necesario. Partiendo de ahí creo que con actos como éste los estudiantes terminan odiando la filosofía, y por lo que veo en el colegio donde estoy trabajando actualmente, se sigue aplicando. Caso contrario me ocurrió al año siguiente, cuyo profesor siempre motivó el estudio de la filosofía como una forma de vida y una posibilidad de enfrentarla de forma crítica y reflexiva.

Esa concepción crítica y reflexiva de la vida es posible encontrarla en los textos y ensayos del profesos Daniel Innerarity, desde La filosofía como una de las bellas artes, pasando por un sinnúmero de ensayos de gran calidad discursiva y argumentativa. Algunos en los cuales voy a centrar mi escrito son: Políticas de la identidad, Un mundo desincronizado, La filosofía en una sociedad invisible, La política como actividad inteligente, La nueva urbanidad, y La pluralidad humana como diversidad temporal.
Todos estos textos tienen un elemento común que dejaré esbozado, pero que desarrollaré más adelante: una posición crítico-reflexiva frente a la política y la forma como debe ser asumida.

La filosofía como una de las bellas artes
De entrada el título es tan llamativo e impactante que es imposible no disfrutar la lectura del texto. El mismo se hace más rico en la medida en que se avanza y se descubre que en realidad se está planteando la posibilidad de asumir la filosofía no como lo que ha sido, un saber secundario que no aporta “nada” (en términos económicos), sino que devela todo lo contrario, una posibilidad de ver la razón de forma ingenua, narrativa, discursiva o cómica. Esos son los cuatro capítulos planteados y que apuntan a descubrir lo artístico de la filosofía, pero para ello es necesario una posición especial frente a la vida que sea capaz de discernir y reflexionar la vida misma, pero el profesor Innerarity hace una sentencia importante al respecto, y de paso preocupante:
“Nuestra época no parece especialmente propicia para la reflexión; estamos bajo una fuerte presión económica – hay que ser competitivos, se dice –, y la filosofía parece mas bien incluida a la colaboración gratuita y a la ociosa improductividad. Todos estamos sometidos a la necesidad de conseguir un empleo, y la búsqueda de un puesto de trabajo deja en un segundo plano la búsqueda de la verdad" [3]
Es preocupante por varios motivos, antes mencionaba que la filosofía debe ser en cierta medida un soporte para otros saberes, pero de entrada parecería que los otros saberes no quieren contar con el aporte de la filosofía, en la medida en que es ella la que podría cuestionar dichos saberes. Y es justamente eso lo que no deja que la filosofía sea soporte, porque muchas veces la autocrítica y reflexión sobre lo que se es o se hace, no resulta complicado y dispendioso; en última instancia, perdemos tiempo y plata, cosa que no nos perdona el mercado laboral. Es más, Daniel Innerarity lo describe en términos de “funcionarios y departamentos” a aquellos que son administradores del saber filosófico, incluso critica a quienes son propietarios de la producción cultural de las sociedades.

Así entonces la filosofía es vista como un elemento perturbador, de “agitación de la pacífica indiferencia”. Pero la filosofía es sobre todo la que busca romper con aquello que el mercado nos ha propuesto, que lo interesante es irreflexivo y lo aburrido es racional, “que la pasión y el goce están fuera de la razón, mientras que el ejercicio de la inteligencia es una disciplina insoportable”
Si vemos la filosofía como una de las bellas artes, haciendo una deducción lógica, entonces el filósofo o quien hace filosofía será el artista. Aquí el Colaborador en las secciones de opinión de los diarios El País y El Correo / Diario Vasco, hace referencia a cómo es necesario ver que los “malos tiempos” siempre son buenos tiempos para la filosofía, debido a su papel “espectador de naufragios y catástrofes”[4] . Así entonces el Filósofo es quien sabe esperar como el buitre el cadáver de su enemigo.

A propósito del papel del filósofo, Daniel Innerarity propone una definición de la filosofía muy bella, donde “la filosofía es la inquietud puesta en ejercicio”[5] , de ahí que nosotros podamos ir a los más grandes filósofos, los niños, donde su afán por descubrir el mundo los hace los más inquietos, pero donde nosotros los adultos cortamos la inquietud con respuestas como “porque sí y ya” a sus constantes ¿por qué?, o donde cohibimos sus indagaciones por la pereza mental para dar una buena respuesta.

Parecería que en todo momento de nuestra vida perdiéramos la capacidad de asombro y de descubrimiento, donde después de cierta madurez dejamos a aprender, es lo que el profesor Innararity llamará “lugar seguro para la ignorancia”[6] . Claro que él lo hace refiriéndose concretamente al poder y la política (luego lo profundizaremos). Parecería que todo lo sabemos o lo imaginamos, y lo único que buscamos son cosas que nos confirmen eso que creemos saber, pero nos olvidamos que quien sólo busca confirmaciones se incapacita para los descubrimientos. A veces es por miedo a riesgo y el equívoco, pero es necesario dejar a un lado la seguridad e ir de la mano de la vulnerabilidad. A veces queremos entenderlo todo y no perdemos todo aquello que aunque no lo entendamos es bello y agradable.

La verdad se desnuda ante el filósofo que la aborda, o por lo menos lo intenta, de forma casi que desnuda, armado de sus razonamientos. Es paradójico ver cómo la sensibilidad del filósofo antes cosas sencillas es que lo que posteriormente le dará argumentos de peso y racionales para poder abordad realidad para muchos sin importancia o inadvertidas.
Es ahí donde es posible hablar de “la peligrosidad de la filosofía, de su poder y de su naturaleza esencialmente polémica y controvertida”[7] . Y es en este punto donde la filosofía se vale de toda su capacidad argumentativa para poner en el debate todo lo observado y reflexionado. De ahí su pluralidad, porque no deja de lado lo que es (lo observado, la realidad), ni lo que debe ser (el ideal). Sólo que a veces a pesar de esa claridad en torno al ideal, se sigue actuando de acuerdo a lo que “siempre se ha hecho”. Muchas realidades (tradiciones) no se cambian a pesar que el ideal vaya en otra dirección.
Lo cierto al final de todo es que la filosofía nunca podrá proponer una posición cómoda, donde no se tome partido o donde se deje de lado la crítica a situaciones cotidianas que no funcionan como debería ser. Es la filosofía, entendida como una de las bellas artes, la que hace ver de forma diferente (muchas veces con detractores) la vida y su cotidianidad. O ¿es que acaso todos siempre hemos asentido esculturas, pinturas o canciones? Todas estas, consideradas entre las bellas artes, han tenido a lo largo de la historia detractores de sus ideas o propuestas de la concepción del hombre, la mujer, la historia y la belleza; además, se han siempre manifestado a pesar de ello.

Coherencia discursiva

Un reconocimiento de entrada al profesor Daniel Inerarity y si coherencia discursiva, la cual radica en los elementos comunes que se pueden encontrar en cada uno de sus escritos.
Y no sería justo hablar de ellos sin elencar algunos premios que ha recibido al respecto este autor nacido en 1959 en Bilbao.
• Premio de Ensayo Miguel de Unamuno
• Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo (2003)
• Premio Espasa de Ensayo (2004)
• Premio de Humanidades, Cultura, Arte y Ciencias Sociales de la Sociedad de Estudios Vascos/Eusko Ikaskuntza en 2008

Algunos textos escritos por el autor y que le han significado parte de los reconocimientos son[8]:
• Ética de la hospitalidad, La transformación de la política (III Premio de Ensayo Miguel de Unamuno y Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo 2003)
• La sociedad invisible (XXI Premio Espasa de Ensayo)
• El nuevo espacio público y El futuro y sus enemigos

Además, posee una gran experiencia perteneciendo a grandes espacios de conocimiento[9]:
• Becario de la Fundación Alexander von Humboldt
• Traductor de textos de Hans Blumenberg, Robert Spaemann, Reinhart Koselleck, Jauss, Fichte, Friedrich Schiller y Friedrich Hölderlin
• Profesor Invitado de la Universidad de la Sorbona
• Miembro del Consejo de Coordinación Universitaria, del Patronato de ANECA, del Consejo de Honor de UNESCO Etxea - Centro UNESCO del País Vasco y de la Academia de la Latinidad.
• Miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes (2008).

Todo lo anterior busca ver la autoridad en materia de filosofía que es profesor Innerarity. Y para ellos quiero retomar los ensayos y textos que he profundizado para su estudio:
• Políticas de la identidad
• Un mundo desincronizado
• La filosofía en una sociedad invisible
• La política como actividad inteligente
• La nueva urbanidad
• La pluralidad humana como diversidad temporal

Si nos adentramos en los títulos antes mencionados podemos encontrar una línea vertebral lógica: la política. Aquí política se abre a varios conceptos, o mejor, los incluye: cultura ciudadana, participación ciudadana, disenso, sociedad, cultura, interculturalidad… entre otros.
Por efectos de brevedad centraré mi reflexión en tres de estos ensayos: La filosofía en una sociedad invisible, Un mundo desincronizado, y La política como una actividad inteligente.
Lo primero que hay que afirmar es que se nota el interés del profesor Innerarity por dejar claro que la política es un elemento central en la reflexión filosófica contemporánea, sobre todo porque es la que de una u otra forma está direccionando cada uno de los elementos centrales en nuestra vida, aunque no lo parezca.
La crítica inicial en boca (o en texto) de Daniel Innerarity es la que hace contra la política:
“… el poder tiene el privilegio de no necesitar aprender… Quien manda, enseña y ordena, pero no aprende, algo que no necesita pero que tal vez tampoco pueda. De ahí la cercanía del poder al autoritarismo y a la ceguera. De alguna manera el poder tiende a sustituir el saber por las órdenes… De ahí que cabría definir el poder como un lugar seguro para la ignorancia” [10].

Y con esta cita es fácil deducir que el profesor Innerarity intenta hacernos ver que es necesario ver en nuestras sociedades formas más inteligentes de configurar espacios comunes de la política. Con ello además, es posible leer entre líneas que es trascendental que como ciudadanos nos acerquemos a esas instancias de poder para encontrar lo que él llama “aprendizaje social”, donde será posible manifestar nuestras ideas en pro de que las instituciones que llamamos de orden político, aprendan de sus ciudadanos, donde si ideologías cerradas nos abramos a espacios de ideas, eso es una política como actividad inteligente. Pero no vayamos muy lejos, en nuestro caso colombiano, estamos tan divididos que no somos capaces de producir espacios de ideas; hoy si uno se considera anti-uribista, o por lo menos hace una crítica a la política del presidente Uribe, es tachado de guerrillero o de manejar un ´discurso comunista trasnochado´[11]. Es paradójico encontrar cómo cuando no se pueden debatir o rebatir argumentos, se ataca a las personas. Especulando un poco, considero que ello no hace parte de la actividad política inteligente.
Entoces es necesario – según el profesor Innerarity – que el sistema político aprenda, y para ello se necesitan seis conceptos centrales:

1. Reflexividad. Entablar una cierta distancia de sí misma, que le permita examinar críticamente sus prácticas.
2. Flexibilidad. Capacidad de revisar, actualizar, corregir o modificar la propia posición.
3. Deliberación. Colectivamente proceden las sociedades democráticas maduras. Ámbitos e instituciones se dotan de espacios de deliberación y reflexión.
4. Innovación. La política es configuración, diseño de marcos de actuación y adivinación del futuro; se crea a partir de ello.
5. Autolimitación. La verdadera inteligencia se constituye tras haber pasado por la experiencia de descubrir lo habilidosos que somos en el arte de tener siempre la razón y haber concluido de ello que esta presunción es la principal fuente de nuestras torpezas.
6. Cooperación. Es una señal de inteligencia política atreverse a jugar el juego de poder compartido y recíprocamente limitado de la cooperación.
Al ver detenidamente cada uno de estos elementos vemos que el mundo no apunta a casi ninguno de ellos, por lo menos no directamente, o no firmemente convencidos de que es lo mejor para toda una sociedad. De ahí que el mundo esté desincronizado, que las decisiones de tipo político no correspondan a una sociedad. Por lo general están en tiempos diferentes, es lo que propone el profesor Innerarity, que la política y sus decisiones avanzan muy lento con respecto a la sociedad, y eso genera muchos males para la misma, donde los marginados y excluidos son aquellos quienes no se acoplan a la velocidad del tiempo y todo lo que nos propone: mercado, tecnología, educación, infraestructura… entre otros. “Las grandes disfuncionalidades que vivimos tienen en su origen alguna falta de sincronía temporal”[12].

Acudimos entonces a una aceleración que es discriminatoria, donde quien no sea capaz de pegarse a ella está Out. Así entonces se da una invisibilidad de tipo social con todos aquellos nuevos marginados que no cuentan en nuestra sociedad. Y es ahí donde el filósofo y la filosofía debe entrar para mirar con nuevos ojos, porque “las cosas no son exactamente como se nos muestran, no se agotan en sus signos ni se trasparentan completamente en sus manifestaciones” ; sólo así podremos llegar al fondo de todo gracias a la filosofía, y podremos descubrir que “ In ogni cosa ci vuol filosofía ” (En todo se necesita Filosofía)


Notas

1. Título tomado de una frase incluida en el libro La filosofía como una de las bellas artes, del profesor Daniel Innerarity.
2. Datos biográficos tomados de: http://www.unizar.es/innerarity/editores4.htm (Consulta realizada: septiembre 16 de 2009)
3. INNERARITY, Daniel. La filosofía como una de las bellas artes. Editorial Ariel S.A. Barcelona, mayo de 1995. Pág. 22.
4. Ibid.
5. Ibid. Pág. 24.
6. En: Revista Claves de la Razón Práctica. Madrid, No. 170. Marzo de 2007. Pág. 37 – 41.
7. INNERARITY, Daniel. La filosofía como una de las bellas artes. Editorial Ariel S.A. Barcelona, mayo de 1995. Pág. 98.
8. Tomado de: http://www.unizar.es/innerarity/editores4.htm (consulta realizada septiembre 16 de 2009)
9. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Innerarity (consulta realizada septiembre 16 de 2009)
10. En: Revista Claves de la Razón Práctica. Madrid, No. 170. Marzo de 2007. Pág. 37 – 41.
11. Personalmente así fue como alguien muy cercano (en mi propia casa) me consideró por manifestar mi descontento con la cancelación de la Ley de Víctimas que el Presidente no dejó que siguiera su trámite.
12. En: Revista Claves de la Razón Práctica. Madrid, No. 186. Octubre de 2008. Pág. 12 – 16.
13. En: Revista Latras de Deusto. Bilbao. Vol. 32, No. 95. Abril – Junio 2002. Pág. 75 – 90